Ayer tuvimos la primera sesión de la materia “Aprendizaje y Enseñanza de la educación física” del Máster de Secundaria de la Florida Universitaria. Iniciamos la clase práctica recuperando la actividad ART MOTION (ver aquí) que ya realizamos en Lleida y en Valencia.
Recordemos que en este caso utilizamos el arte, entre otras cosas,como forma de expansión del conocimiento. Como dice Luciana Grupelli (2016), como una plataforma para pensar, como un potente subterfugio para pensar que lo que hacemos, en cualquier ámbito, podría ser de otra manera. Me remito a las palabras de Camnitzer (2014) cuando afirmaba que lo realmente interesante del arte es preguntarse qué es lo que generó la obra y qué es la su razón para existir. Esto me lleva a las preguntas que me formulo cada vez que planteo una actividad en torno al arte contemporáneo: ¿Cuál es el problemaque quiere resolver el artista? ¿Cómo se relaciona este problema con el currículum de educación física? Recordemos que a partir de la obra Orbital Motion de Monika Grzymala, la artista pretendía deconstruir la bidimensionalidad del espacio. Para ello, creó, mediante el uso de cintas adhesivas, una transformación del espacio expositivo a partir de una red de líneas que “flotan” en el espacio. La inquietud del artista la traslado a la educación física: ¿por qué los espacios comunes donde hacemos educación física sólo se habitan desde su bidimensionalidad? ¿Podemos deconstruir la bidimensionalidad del espacio? A partir de aquí, se inicia el proceso creativo y decido que los estudiantes utilicen cintas adhesivas para dar tridimensionalidad las líneas que conforman un campo polideportivo. Esta acción da inicio a un proceso lúdico-creativo en un espacio que se aleja de los que comúnmente conocemos a la educación física.
A diferencia de las otras sesiones en este caso los estudiantes empezaron a experimentar en el espacio con cintas de balizamiento no adhesivas.
Además disponían de rotuladores que les permitían escribir mensajes encima de las cintas, los cuales posteriormente se incorporarían dentro del juego.
Después de dar tridimensionalidad al campo polideportivo los estudiantes observan todo aquello que han creado y les pregunto: ¿Ahora, a qué podemos jugar? Los estudiantes empiezan la difícil tarea de negociar a qué pueden jugar con el espacio creado. Todos deben participar en la negociación, sin excepción, y estar de acuerdo con la decisión final.
En un principio los estudiantes decidieron jugar a polis y cacos, andando por el espacio y teniendo que ir superando las cintas que iban encontrando.
Luego, les invité a no reproducir totalmente aquellos juegos que ya sabían, sino a adaptarlos al nuevo espacio. Con ello, decidieron hacer un juego cooperativo. Todos juntos, en hilera y sin separarse, tenían que travesar las cintas sin tocarlas para llegar al otro lado del gimnasio. Después incorporamos la variación de hacerlo con tiempo.
Otro juego que propusieron fue el de la cursa de relevos. En un principio debían correr superando todas las cintas, lo cual les obligaba a saltar, agacharse o arrastrase por el suelo.
El juego fue variando incorporando variaciones como hacerlo con la pata coja, con las manos cogidas en la espalda o con los ojos cerrados y en pareja…
Finalmente, tenían ganas de hacer un juego que les permitiese “desmontar” todo aquello que habían creado. Para ello, decidieron hacer una adaptación del juego de la cadena.
Una vez finalizado la parte lúdica fuimos al aula a conceptualizar la experiencia. Para ello utilizamos el mapa conceptual, el cual nos permite poner orden a lo que vivimos y sentimos desde el cuerpo y nos ayuda a establecer relaciones con conocimientos que aprendemos de otras fuentes. Palabras como innovación, diversión, motivación, movimiento, arte o “Con poco podemos hacer mucho” resumen muy bien el aprendizaje que nos llevamos en nuestro primer día de clase.